martes, 12 de noviembre de 2013

Hasta mis lunares se han alineado formando tu sonrisa.

Ya no sé cómo explicarte que me he enamorado de ti hasta en sueños;
y me he despertado pensando que eres el sueño más bonito hecho realidad.
Te me has metido tan dentro de mi, tan dentro de mi piel,
que hasta mis lunares se han alineado formando tu sonrisa.
Lo que ellos aún no saben, es que tu sonrisa de por si,
es imposible de olvidar...
Y a estas alturas creo,
que ya no me queda un sólo hueco por dentro que no haya conocido lo que es la felicidad.
Pero, ¿quieres saber algo?
Sólo es desde que tú estás.



domingo, 10 de noviembre de 2013

No quiero que nos separe ni un centímetro de distancia.

Contigo, la vida es como vivir 24 horas sobre una mina anti-personas.
Y yo no quiero despegar los pies del suelo por si algún día todo esto salta por los aires.
Y claro, luego no digas que yo no lo avisé.
Porque llevo esperando ese momento desde que te conocí.
Porque siempre he tenido tanto miedo de perderte que, por ti,
sería capaz de vivir en los 30 centímetros cuadrados más bonitos del mundo sin dar un sólo paso más con tal de no alejarme de ti.
Porque fuera de ellos todo es sin ti. Y ya deberías saber que sin ti, yo no quiero ser nada.
Que me sobra el resto del mundo, de los continentes y de los países…
Lo único que tienes que hacer es quedarte conmigo.
Si nos las apañamos bien puede sobrarnos incluso espacio, así que acércate…
Que no quiero que nos separe ni un centímetro de distancia.



miércoles, 25 de septiembre de 2013

Por favor, no desaparezcas nunca.

Supongo que llega un momento en el que hay tanto ruido entre dos personas,
que al final una de ellas decide alejarse un poco para volver al silencio, a la tranquilidad.
Lo malo es que, a veces, cuando regresas, no sólo es el ruido quien ha desaparecido.
Y adiós tranquilidad.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Todos los días de mi vida.

Para enamorarte de alguien hace falta mucho más que todo aquello de lo que hablan los libros, mucho más que romanticismo y poesía, mucho más que los típicos tópicos de París, cena y velas, hace falta mucho más que una adorable sonrisa, que una constelación de lunares por la que perderse, que una piel tan suave como para poder dormir sobre ella. Hace falta mucho más que risas y mucho más que rosas, mucho más que palabras bonitas y mucho más que "parasiempres".
Para enamorarte de verdad, un amor de esos que dura toda la vida, más que lo bueno, hace falta todo lo malo. Y cuando digo todo, es todo. Hacen falta discusiones, hacen falta manías, cabezonerías, gritos, lágrimas, celos, impotencia... Hace falta pasar del cielo al infierno en un segundo. Hace falta ser capaz de aguantar cualquier cosa por amor, de luchar. Y aún así, a pesar de todo lo malo, hace falta conseguir que todo eso te parezca lo más maravilloso del mundo sólo por seguir teniendo al lado a la persona que quieres.
Hace falta enamorarte incluso de lo malo, para ser capaz de apreciar verdaderamente todo lo bueno; y hace falta vivir con miedo de perderlo. Porque ya sabéis, que el hombre, no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y una vez que lo ha perdido es cuando desearía volver a tener otra vez todo lo malo, con tal de poder disfrutar también de lo bueno.
Supongo que a la hora de la verdad nada es tan malo si lo vives al lado de aquella persona que convierte todas las pequeñas imperfecciones en una gran perfección. Y es entonces, cuando te das cuenta que da igual hacia qué lado tienda la balanza porque sabes que has encontrado a tu persona perfecta. Tú eres mi persona perfecta 30#.

"En la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida."

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Los días del calendario son más bonitos si están coloreados.

Siempre creí ser afortunada, hasta que un día la verdadera suerte vino a buscarme.
Y dio la casualidad, de que la suerte llevaba tu nombre y apellidos.
Y dio la casualidad de que conocerte, tal vez no era una casualidad.
Y dio la casualidad, de que contigo, todo eran casualidades.
Y dio la casualidad más importante de todas... Dejé de creer en la casualidad, para creer en ti.
Y fue entonces cuando comprendí que todo puede ser nada; y que nada también puede serlo todo.
Eres todo lo que quiero; y nada de lo que quiero perder.

TE QUIERO, 30#.

sábado, 9 de marzo de 2013

Conserva las cartas de amor.

Escribo en una carta todo aquello que me gustaría decirte, pero que nunca te diré. Tengo el mechero preparado y cuando termine de escribir, será como si nada hubiera pasado. ¿Es así como funciona? No, ojala fuese tan fácil deshacerse de todo aquello que hace daño. Liberarse por dentro, empezar de cero.
He escrito tu nombre por lo menos un millón de veces, pero nunca es suficiente, y nunca es demasiado. No puedo negar que no te haya esperado, 40 días… Y 40 noches. ¿Te suena de algo? Pero ahora he comprendido que no se puede esperar de la vida más de lo que puede dar. No quiero esperar nada. De nadie.
Cuando lo único en lo que piensas es en no pensar, algo falla. A veces creo recordar tu olor, el tacto de tu piel… Y en seguida tengo que sacarme esa idea de la cabeza. Me he obligado a no pensar en ti. A no saber nada. Creo que he pasado el último mes torturándome en silencio. Intentando vivir a 200 por hora. Sin darme cuenta de que en algún momento tenía que frenar, aceptar la derrota y avanzar. Pero no es fácil, nunca es fácil perder a la persona que quieres. He oído consejos de todo tipo y ninguno me ha servido. Encabezando la lista encuentro el típico de “el tiempo todo lo cura”. Yo también quiero creerlo. Pero la verdad es que el tiempo no cura nada. Sigues tan presente como el primer día.
¿Sabes? Si algo aprendí de todo esto es que eso de “tener el corazón roto” no es una simple metáfora, ocurre de verdad. Cuando sientes tanto y a la vez no sientes nada. Cuando hay días que piensas en comerte el mundo y otros es el mundo quien te come a ti. Cuando te echaba de menos los Martes. Después de odiarte un Lunes. Cuando pensaba que un Domingo sin ti sí que era maldito. Cuando, cuando, cuando...
Siempre lo he tenido todo. De hecho, tengo todo lo que quiero en mi vida. Todo, menos a ti. Supongo que tengo que aprender a conformarme con un poquito menos. Las cosas no son siempre como uno quiere. Y no me daba cuenta de que esto no sólo dependía de mí. Éramos dos en uno. Hasta que dejamos de serlo.
Me encantaba hacerlo. Decirte cosas bonitas que de verdad sentía. Pero lo cierto, es que ya no escribo por y para ti. Escribo por mí. Para curarme. Creí que reconstruirme sería más fácil... Que sería más fuerte. Pero siempre he sido una ilusa. Al fin y al cabo, ¿qué esperaba? Nada es para siempre. Aunque podría haberlo sido. Siempre me han gustado las excepciones.
Lo peor es no estar en tu vida... Y creer que sigo en ella. Tener en mente tus horarios... Y pensar qué estarás haciendo. A las 8:30, 11:10, 13:15, 14:10, 15:15, 19:10, 19:30, 21:00… Incluso 21:12 con la esperanza de que lo recuerdes. De que pienses en mí y a la vez me olvides. Y así cada día, uno tras otro. Rezando porque en algún momento nos encontrásemos a la vuelta de la esquina y todo volviese a ser como antes. Supongo que es triste. Pero cierto también.
Contigo aprendí a creer en el destino. A pensar que encontrarnos en un paso de cebra en medio de Madrid no era casualidad. A hacer medio año entre el primer y el último día de un mes bisiesto que no se iba a volver a repetir hasta dentro de 4 años. A sacarme el carnet de conducir el día 30. A vivir en el número 30. A cumplir los años el día 30. Empezar contigo el día 30… Todo encajaba. Eras como la pieza del puzzle. Mi posibilidad entre un millón.
Todo empezó como un juego. Y terminé enamorándome de ti. Porque tenías la sonrisa más adorable del planeta. Qué digo del planeta… ¡Del universo! Era increíble tenerla a 2 centímetros de mí y saber que me pertenecía. La mejor sensación es cuando tienes a alguien que te hace sentir en la cima del mundo. Así me sentía yo a tu lado: invencible. Y ya ni siquiera sé lo que siento, porque preferiría no sentir nada. Ni bueno, ni malo. Nada. No sé cómo estoy. Porque no quiero estar de ninguna forma. Supongo que en cierto modo puede llamarse impotencia. Por las promesas incumplidas. Por haber luchado por ti más que por cualquier otra cosa en mi vida y que no haya servido para… ¿Nada? Si, esa es la palabra. Para absolutamente nada. Las cosas buenas siempre habían compensado a las malas. ¿En qué momento cambió todo eso? Supongo que ya es tarde para descubrirlo.
Y aunque me preguntasen qué es lo que quiero… Tampoco sabría contestar. Siempre lo había tenido claro. Eras tú, tú, y otra vez tú. Hasta que todo lo tuyo empezó a hacerme daño. Pensé que sacarte de mi vida de golpe sería la forma más fácil de olvidarme de ti. Pero ni con esas. Es completamente imposible olvidarte y sé que nunca lo conseguiré. Demasiados recuerdos, demasiados momentos, demasiadas sensaciones… Tendré que buscar otra forma de convivir con ello. De que no duela tanto no tenerte. De aceptar que no vas a estar. Sólo dame tiempo. O lo que sea que necesite. No quiero escapar de todo lo que hemos vivido. Sólo poder ser capaz de recordarlo, de verte y no morirme por dentro. Porque no se encuentra dos veces a la misma persona…
¿Dónde quedaron aquellos días en los que decías que era “el amor de tu vida”? Duele darse cuenta de que todo aquello en lo que crees es mentira. De que cualquiera puede ocupar tu lugar. De que eso de los amores verdaderos sólo se lo creen las mentes inocentes. Y lo cierto, es que yo siempre he sido muy inocente. Te creía hasta la última palabra. Al menos, si algo me consuela… Es que he dejado de soñar contigo. Tenerte en sueños y no en la realidad… No podría soportarlo. A pesar de todo, sigues siendo mi primer y último pensamiento del día. Pero a partir de mañana… A partir de mañana me he prometido no volver a pensar en ti. Aunque no prometo nada. Irónico, ¿verdad? Volveré a fallarme a mi misma. Últimamente no sé hacer otra cosa. También me prometí hace tiempo no volver a llorar por ti. Y, en fin… No quieras saberlo. Es hora de recuperar las ganas y de vencer la rutina. Quién sabe, tal vez en otra ocasión volvamos a encontrarnos. Cuando sean tiempos favorables. Cuando las cosas estén claras.
Hasta entonces: Aquí, ahora y siempre. Pase lo que pase. Sabes que nunca olvido aquello que me ha hecho vivir. Y tú lo conseguiste, desde el primer hasta el último día. No lo olvides. No me olvides.

TE QUIERO, 30#.

viernes, 8 de marzo de 2013

Confiamos demasiado en las personas, sin saber como son en realidad.

- ¿Nunca te ha pasado? Que una persona te ha decepcionado tantas veces que sientes que ya no puedes volver a confiar en ella.
+ Sí, claro, que sí. Pero la gente merece segundas oportunidades.
- Lo sé, pero después de tantas oportunidades llega un momento que te acabas cansando. Cuando te has arrastrado tanto sin ni siquiera tú tener la culpa de nada, cuando te pasabas noches enteras sin poder dormir pensando en lo ocurrido, cuando te preocupabas por la otra persona…
+ Más que por ti mismo. Sí, sé cual es esa sensación.
- Pero, ¿sabes qué? Lo peor de todo es que esa persona ya había pasado página y había olvidado todo. Y sin embargo, tú seguías ahí con tu mejor cara, aguantando las ganas de gritar, de llorar, de mandarlo todo a la mierda…
+ Tú deberías hacer lo mismo, olvídalo ya. Pensar en ello solo hará que la rabia y la tristeza que sientes ahora mismo nunca desaparezcan.
- No puedo… No es tan fácil. Cuando una persona ha significado tanto para ti es difícil aceptarlo. Yo no soy como los demás. No puedo hacer simplemente, como si nunca hubiese pasado nada, porque no es así. Por más que quisiera no podría.
+ Sé que ahora parece complicado, pero con el tiempo, te parecerá que no era para tanto, acabarás acostumbrándote.
- Tal vez tengas razón. Lo único que siento es que ya nada volverá a ser como antes, algo en mi ya no es lo mismo.